Se incorporó rápidamente. Su cabeza le ardía intensamente. Frotándose con una mano la misma, y con la otra haciendo fuerza en el suelo consiguió ponerse de pie. Se sentía mareada. Recordaba todo en destellos al principio, pero luego de un rato tuvo una memoria completa de lo que le había sucedido. “Tengo que pararlo, esté donde esté” Pensó. Se llevó las manos a las piernas. Su pantalón estaba lleno de tierra, y en partes bruscamente rajado. Metió una mano al bolsillo, buscando desesperada su celular. No lo tenía. “Se lo llevó” Pensó enfurecida. Miró hacia los costados. Estaba en medio de la total penumbra. Con esfuerzo podía distinguir y diferenciar un objeto de otro de los que estaban en aquel largo pasillo. Intentó salir corriendo de allí. Pero a penas logró dar un par de pasos y sus rodillas se le bloquearon prácticamente. Cayó bruscamente al suelo. Sentía mucho dolor. Sin rendirse volvió a ponerse de pie con esfuerzo, pero al tercer paso volvió a caerse. Y una y otra vez. Hasta que se quedó tendida, roja del dolor, y a los gritos comenzó a llorar pidiendo ayuda.
La puerta principal de la casa resonó fuertemente. Camila, que estaba en medio de la melodía que había practicado incontables veces, dejó de tocar sorprendida. “¿Quién será a esta hora?” se preguntó. Con algo de miedo, cruzó el amplio living de la casa y se dirigió al hall de entrada.
- ¿Quién es? – Indagó con algo de nerviosismo en su voz.
- ¿Cami sos vos? – Preguntó una voz algo familiar del otro lado de la puerta.
- Sí…- Respondió preocupada. - ¿Pero quién es? –
- ¡Cami! ¡Por fin te encontramos! ¡Somos Flor y Nico! – Dijo entusiasmado el visitante. “¿Flor y Nico?” Pensó la dueña de casa. “¡No puede ser verdad!”
- ¡Tanto tiempo! – Saludó contenta la mujer abriendo la puerta con fuerza. - ¿Cómo están? ¿Qué es de sus vidas? – Interrogaba abrazándolos con fuerza.
- Bien, bien, pero tenemos que hablar urgentemente… - Dijo serio Nicolás. - ¿Podemos pasar a tomar un café? –
- Por supuesto que sí, pero diganme… ¿Qué puede ser tan urgente? – Se interesó la que los recibía.
- Si te decimos que recién llegamos desde Europa para hablar con vos especialmente, ¿lo considerás urgente? – Dijo Florencia.
El entrenamiento había terminado por fin, y Franco se volvió agotado a su oficina. Subió las escaleras, dobló el pasillo a la derecha, y por fin entró a su relajante oficina. Encendió la música, dejó su campera en el perchero, y se relajó en el sillón. Hasta se dio el lujo de apoyar los pies en el escritorio. Se tumbó hacia atrás, pensando en su equipo, en sus jugadores, en el partido de la semana entrante. De repente, alguien tocó la puerta.
- ¡Pase! – Dijo Franco incorporandose y bajando los pies del escritorio.
- Señor Adduci… - Dijo Estela, la secretaria. – Hay un amigo suyo esperando en la sala… -
- ¿Quién es? – Le preguntó Franco interesado.
- Dice que fue compañero suyo del secundario… - Informó la señorita. - …Pero no me dice su nombre... –
- Bueno, no importa, hágalo pasar. – Ordenó Franco. Al instante, ingresó a la oficina un hombre de traje y corbata, y con un sombrero negro en la cabeza, cuyo rostro le resultó más que familiar.
- ¡Ja! – Se rió el visitante. - Se nota que te fue bien con lo del club… -
- En realidad, fuiste vos al que le fue mal – Le contestó el señor Adduci abrazandolo. - Nunca te tendrías que haber abierto del Fénix, Negro… -
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hoo valenn hubiras hecho mas largo el primer capitulo! jaja
ResponderEliminarvaleeen me metes en la historia puedo ser cartonera con la vale pero las unicas cartoneras bilingues jajajajaja esta muyy bueno pero quien se callooo???
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